Tarea Grupales - Las Actitudes De Los Niños, su Relación Con Los Demás y Con El Trabajo Escolar.
   
 
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Las Actitudes De Los Niños, Su Relación Con Los Demás y Con El Trabajo Escolar
 
Los Niños en el Aula
La forma en que nos daremos cuenta de qué gusta y qué no a nuestros niños, será importante manteniendo una comunicación estrecha con ellos. Los niños se comunican con nosotros por medio del lenguaje, pero aún se les dificulta y sus actitudes durante la estancia en el jardín dan mucho más a notar tanto para con nosotras como, para con sus compañeros. Justo en esto es donde podemos conocer más acerca de ellos, en esta importante etapa de socialización.
Al hablar de comunicación a través del lenguaje pocas veces se da al 100% y en la mayoría de los casos los niños solamente comunican pocos o nulos sentimientos, emociones o incertidumbres, siendo más eficaz el uso del lenguaje de palabras para comunicar las experiencias. Cuando a los chicos se les dan diversas oportunidades y diferentes formas para comunicar lo que sienten, se van enriqueciendo aspectos relacionados al aprendizaje de la lengua que posteriormente desarrollará con más facilidad.
Pienso que la educadora tiene la obligación de crear un ambiente seguro y de confianza para que el niño pueda comunicarse y desarrollar estas competencias con más agilidad. El llanto, la apatía, el desenfreno, la falta de atención, la sonrisa o la participación de cada niño dentro del grupo es una forma de expresarnos lo que pasa, lo que sus experiencias tanto dentro como fuera del jardín le hacen sentir. Tomando en cuenta este lenguaje corporal que los niños manifiestan siempre y valorar así mismo la necesidad que tienen de ser escuchados, escuchar y de obtener respuestas reales a sus requerimientos brinda a los niños un clima y un sentido de confianza y respeto por el lugar en el que se encuentran.
La educadora obviamente sin esta comunicación no podrá trabajar eficazmente frente a su grupo. Me he encontrado con la cotidianidad de grupos en los que la educadora no ha logrado establecer ese lazo de confianza con sus alumnos y esta situación es un verdadero desatino si lo que se quiere lograr es que los niños investiguen las respuestas a sus inquietudes y desarrollen las competencias necesarias para la socialización y por lo tanto para todos los demás campos formativos.

Relaciones con los demás niños
Aunque los padres ejercen la mayor influencia en la vida de los hijos, otros niños también son importantes.
Hermanos

Cuando se tienen hermanos o hermanas es probable que las relaciones con ellos sean más duraderas que cualesquiera otras que se tengan. Pueden haber peleas continuamente en la niñez o haber sido los mejores amigos. De cualquier manera, estas personas comparten sus raíces, "saben quiénes son", aceptaron o rechazaron los mismos valores de los padres y es probable que se traten con mayor franqueza que cualquiera de las personas que conocen. No tener hermanos también afecta la vida de una persona.


La relación y reacción de los niños con sus hermanos

El nacimiento de un hermano parece cambiar la manera como la madre actúa con el primer hijo. Es probable que la madre juegue menos y sea menos sensible a los intereses del hijo mayor, tenga más confrontaciones o inicie menos conversaciones. Los niños que toman la iniciativa al comenzar juegos o conversaciones con la madre presentan menos problemas de rivalidad con los hermanos que aquellos que se retraen. Esto se debe a que han encontrado la manera de salvaguardar las relaciones que mantienen con la madre.
La sabiduría popular aconseja que los padres preparen a los hijos mayores para el nacimiento de un nuevo bebé e introduzcan cambios en la vida de los niños (como cambiarlos de cuarto, pasarlos de la cuna a una cama o cambiarlos de escuela) con bastante anticipación para minimizar la experiencia de sentirse desplazado. Los padres deben aceptar que la ansiedad y los celos son normales, y al mismo tiempo proteger al nuevo bebé de cualquier expresión de perjuicio que se origine en esos sentimientos. Pueden animar a los mayores para que jueguen y ayuden a cuidar al bebé, y hacer énfasis en cuánto valoran a cada niño.
Por ultimo, los hermanos mayores se adaptan mejor si los padres les dedican tiempo y atención extra para compensar la repentina dedicación de la madre al nuevo bebé.

¿Cómo interactúan los hermanos?
Los hermanos empiezan a relacionarse con mayor frecuencia después de los seis meses de vida de un bebé. En muchas sociedades, incluida la nuestra, los hermanos mayores tienen responsabilidades en los cuidados del bebé. Los niños también enseñan a sus hermanos menores e influyen en su desarrollo cognoscitivo.
Aunque la rivalidad se halla presente con frecuencia, también lo está el afecto genuino. En general los hermanos menores cobran bastante apego a las hermanas y hermanos mayores. Los bebes se sienten afectados cuando los hermanos se marchan. Los saludan cuando regresan, los prefieren como compañeros de juego y buscan en ellos seguridad cuando un extraño entra en el cuarto.
Cuando las hermanas pequeñas imitan a los hermanos mayores adoptan características que tradicionalmente se han considerado masculinas. El ambiente que los hermanos crean entre si afecta no sólo sus futuras relaciones sino también el desarrollo de la personalidad de cada uno. También puede afectar la manera de reaccionar frente a otros niños.
Sociabilidad
Aunque la familia es el centro del mundo social del bebé, los infantes y, aún más, los niños que empiezan a caminar se interesan en las personas que vienen de afuera de la casa, en especial las de su mismo tamaño. Debido a que en esa época muchos bebés pasan su tiempo en compañía de otros bebés, los investigadores estudian cómo actúan entre sí.
El interés de los bebés en otros niños no es continuo. Desde los primeros días de vida en el hospital, los bebés que permanecen quietos en su cuna comenzarán a llorar cuando escuchan que otros también lo hacen. Durante los primeros meses de vida responden a los otros bebes casi de la misma manera como lo hacen con sus madres: miran, sonríen y arrullan. Desde los seis meses hasta casi un año sonríen a otros niños, los tocan y balbucean, en especial cuando no están distraídos por la presencia de adultos o de juguetes. Sin embargo, a la edad de un año, cuando sus principales preocupaciones son aprender a caminar y manipular objetos, prestan más atención a los juguetes que a otras personas.
En el segundo año de vida los bebés recuperan la sociabilidad y entienden mejor las relaciones. Un niño de 10 meses que tiende un juguete a otro no presta atención si éste está de espaldas, pero durante el segundo año de vida el niño sabe cuándo existe mayor posibilidad de que lo que se ofrece sea aceptado, y cómo responder a las propuestas de otros niños. La idea que se forma de las demás personas parece ir acompañada de [a comprensión de sí mismo como individuo diferente de los demás. Un estudio con niños alemanes de 19 meses encontró que era más probable que quienes se reconocieron en un espejo imitaran a un niño desconocido jugando con un juguete, que aquellos que no pudieron reconocerse a sí mismos.
Por supuesto, algunas personas son más sociables que otras. La buena disposición para aceptar nuevas personas, la capacidad de adaptarse al cambio y el estado de ánimo habitual parecen ser rasgos heredados, que permanecen bastante estables con el correr del tiempo. Pero las actitudes de las personas que están alrededor de los bebés también influyen en ellos. Los infantes sociables tienden a tener madres sociables, los niños que pasan más tiempo con otros niños desde la infancia parecen volverse sociables a más temprana edad que quienes pasan su tiempo en el hogar.

                 
 



 

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